Un nuevo “curso” universitario
Comienza un nuevo curso en la UPNA. Desde las ocho de la mañana, un goteo discreto pero constante de estudiantes va llenando sus pasillos y sus aulas. Se nota que no es un día cualquiera. Las primeras miradas nerviosas y curiosas de los estudiantes noveles se cruzan con la veteranía y serenidad de quienes ya han pasado años atrás por esa situación. La cafetería, vuelve a ser el bullicio de siempre donde alumnos y profesores hacen un paréntesis para revivir por un momento con los suyos las experiencias de un verano, que las primeras gotas del otoño nos recuerdan que ha llegado a su fin. El jersey, buen compañero de viaje. Nada revela que este año vaya a ser distinto a los demás, y sin embargo, lo será.
Y es que ya está aquí. Algunos le esperaban con ansias, otros no querían verle ni en pintura. Ha sido a la vez querido y odiado sin siquiera haberse asomado tímidamente por nuestras vidas. Bolonia ha llegado.
Desde este curso, la UPNA comienza a impartir sus dos primeras titulaciones bajo las directrices del Espacio Europeo de Educación Superior (EEES), el nuevo modelo de trabajo, docencia e investigación universitaria que viene llamado a ser la respuesta a muchas de las demandas y necesidades de nuestra sociedad y de nuestra economía. Una nueva forma de entender el mundo universitario que aspira a crear un espacio común en el que la divisa de intercambio no sean capitales ni trabajadores, sino cultura y conocimiento. Como se ve, ambición no le falta; no es un mal comienzo.
La evidente obsolescencia de nuestro actual sistema de educación superior, precisa de un impulso capaz y suficiente de adaptar la preparación y formación recibida por sus estudiantes a las actuales necesidades del mercado laboral, pues debe ser en definitiva el principal objetivo de toda universidad dotar a sus estudiantes de las destrezas necesarias para promover su óptima colocación laboral. Muchos de los cambios que nos propone el EEES conducen en menor o mayor medida a la consecución de tales objetivos.
Para empezar, la renovación en la concepción de la docencia entendiéndose ésta no ya como un instrumento de aprendizaje que muchas veces peca de dogmático, sino como una forma de incentivar el autoaprendizaje y la reflexión del estudiante. Si además sumamos el mayor peso y consideración que desde el EEES se da a la instrucción práctica frente a la puramente teórica, podemos apreciar desde ya el carácter renovador que esta reforma trae consigo.
Somos ya muchos los estudiantes que venimos reclamando desde hace tiempo un sistema de evaluación que distribuya de forma más flexible la carga lectiva de cada titulación, huyendo del actual sistema sadomasoquista de estudio que concentra todo el esfuerzo del alumno en los meses o semanas inmediatamente anteriores a los exámenes finales, convirtiendo el resto del tiempo en un paréntesis comprendido entre sesiones de dictado, y largas e improductivas exposiciones de temas que no dejan lugar a la improvisación ni a la reflexión.
Los motivos cambian; las finalidades también. Ya no se trata de memorizarse el “por qué”, sino de intentar alcanzarlo por uno mismo mediante las competencias y destrezas que cada estudiante debe ir adquiriendo a lo largo del transcurso de su formación universitaria. Aunque la eficacia evaluadora del examen final no queda desterrada del sistema de calificación del alumno, sí que la nueva visión introducida por el EEES va ha hacer mella en su ahora hegemónico papel.
En esta misma línea, el nuevo crédito común a todos los países y universidades integrantes del EEES, el ECTS (European Credit Transfer System), contribuye a reconocer de forma más justa el esfuerzo y trabajo reales que supone aprobar una determinada asignatura, no teniendo sólo en cuenta como hasta ahora el número de horas de clase, sino tomando en consideración otros factores como las horas destinadas a trabajos individuales, grupales, tutorías, exámenes, etc…
Otro de los puntos fuertes del EEES es la visión global desde la que ha sido concebida la reforma, su voluntad de crear un espacio sin fronteras ni aduanas al conocimiento que promueva y estimule la movilidad tanto de estudiantes como de profesores. La existencia de un sistema común de créditos y de una regulación básica de las materias propias de cada titulación facilita en gran medida la consecución de este objetivo, que no es planteado como un desplazamiento limitado y ocasional en el tiempo, sino como un verdadero proceso de construcción personal de la titulación universitaria.
Así, cada estudiante se convierte en editor de su propio esquema de estudio, siendo libre para decidir en cada momento dónde y qué estudiar. La interacción con otras culturas y formas de pensar, con otros modos de vida, otras lenguas y gentes, aporta en definitiva a todo estudiante un intangible de incalculable valor que el actual sistema universitario es incapaz de proporcionar.
Y de cara a la investigación las implicaciones son similares. Que este gremio no pasa por sus mejores momentos en nuestro país es ya casi más un clamor que un hecho constatado. El mayor intercambio de ideas, y la posibilidad de ejercer en más de una universidad y compartir los conocimientos adquiridos con otros, son dos de las aportaciones que la movilidad defendida por el nuevo modelo universitario traerá consigo respecto a esta actividad.
Destacar por último la nueva configuración del calendario académico. Aunque para la mayoría de los estudiantes de la UPNA éste todavía no va a ser aplicado, sí que son ya muchos los estudiantes de otros centros que disfrutarán de sus ventajas. La convocatoria oficial de septiembre se traslada a los últimos días de junio y primeros de julio, y la de enero se adelanta a diciembre. De esta forma, se da la posibilidad al estudiante de disfrutar de períodos vacacionales como navidad o verano de forma íntegra, sin preocupaciones académicas algunas. Y de forma simultánea, se posibilita también a muchos estudiantes el poder compaginar sus estudios con el desempeño de trabajos a tiempo parcial, siendo este aspecto vital en muchos sentidos teniendo en cuenta que este tipo de contratos puede llegar a suponer una de las principales fuentes de ingresos de este colectivo.
La espera ha terminado. Ni quienes llevan años profetizando un cataclismo con la implantación del EEES, ni quienes por su parte han sido entusiastas defensores del mismo, serán poco más que un vago recuerdo con el paso del tiempo, pues será éste, y no otro, quien tenga finalmente la fuerza de juzgar y evaluar tanto las luces como las sombras de una reforma que se plantea ambiciosa, aunque peligrosamente confiada.
El caso Bolonia queda visto para sentencia. Se levanta la sesión.